Al estilo Chavela y Frida


Lunes.
Hecharle la culpa a los astros o a las hormonas, quien sabe... ¡La luna! ¡La luna! Recuerdo a mi hombre voltear a ver hacía al cielo buscando a mi diosa, abrazarme y besarme la frente cada vez que me ve rara. Y cuando no encuentra a la doncella, hecharme de esas miradas que tanto me gustan mientras me pregunta por qué estoy así. Cada uno con su particularidad. Esto me encanta de él.
Ay de mi llorona, amanecí sintiendome más mexicana que de costumbre, no sé si mexicana sea la palabra.
Déjame explicarte como me siento, corazón.
Desperté con ganas de escuchar a Chavela Vargas y eso hice, mientras cocinaba una ensalada porque, extrañamente, se me antojó comer una ensalada.
Mientras comía mi deliciosa ensalada, sentí unas ganas enormes de vivir en Guanajuato o San Miguel de Allende. Ciudades tan enigmáticas para mi. ¿Quién quiere vivir en la superficialidad de Guadalajara? ¿por qué llenarme de placeres materiales? ¿De lugares, de tiendas, de más? ¡Ah! si, yo.
Vivir al estilo Frida en Guanajuato. A la Mexicana. La senación que uno tiene al caminar por ciudades antiguas y coloniales es esquisita. El aire frío y reparador te llena el alma de un sentimiento bohemio, no bohemio como los del sur, bohemio como las películas Mexicanas de antes. Sientes la escencia de la historia de esas ciudades.
No me mal entiendan, en la zona centro de Gdl todaviá se siente eso mismo, mezclado con un poco de modernidad y lo contemporaneo que la sociedad va adquiriendo con su llamada "evolución".
Pero Guanajuato es taaaan rustico, quizá Queretaro también lo sea, o Aguascalientes, pero aun no tengo el placer.
No hay placer más grande para una bruja que vivir en ciudades donde las calles y las paredes cuentan historias, donde se vivieron pasajes tan intensos que quedaron marcados y los espiritus aun están enlazados. Casas viejas, puertas y ventanas que crujen por el pasar de los años, pero que conservan su belleza y la escencia de quien alguna vez las habitó.
Querer vivir entre callejoncitos, en una casa con un balcón o jardín, salir a leer mientras te tomas un café artesanal, te fumas un cigarro o te acabas a sorbitos un caballito de tequila tradicional, y de paisaje los cerros, cerros aun verdes, o cerros coloridos, iluminados por las casitas, callejones y balcones. Escuchando musica tradicional mexicana. Todo eso mientras me lamento por ese amor frustrado o espero la llegada de mi amor a la tarde con una serenata a mi balcón. Sentir por dentro la leyenda del Callejón del Beso.
Ser mujer, ser independiente, ser fuerte, cabrona, o como decía mi abuelo, chingona. Cabrona como esas dos. No me gusta la importancia que las tribus urbanas le han dado ultimamente a la bella Frida. Portar su figura para parecer cool, volvemos a la superficialidad, pero, ¿Qué se le hace no?
He decidido vivir primero ahí. Viajar a Gdl a ratos mientras se hacen los arreglos, hasta que todo esté listo. Todo depende igual de mi Venezolana. Ya veremos.

Besotes tronados.
Arielle